@desdelatribunaf
Anoche se apagó la ilusión de Venezuela en el Clásico Mundial de Béisbol. En lugar de pijamas, el aficionado venezolano se vistió de tristeza y decepción para encarar el sueño del sábado. El mismo que adormeció a los bates de la selección, así como algunas ideas creativas para salir al paso con los recursos disponibles.
El debate sobre la
responsabilidad del manager Luis Sojo no ha cesado ni cesará. Tanto con el
Magallanes como con la selección, la polémica ha acompañado y empañado su
gestión. El título conseguido en el
campeonato reciente, no logró mitigar las críticas, en esa ocasión porque se
consideró que con esa toletería, era imposible eludir el triunfo. Sin embargo,
hasta el séptimo juego no explotó la ofensiva, y literalmente con un arsenal de
jonrones, pudieron coronarse. Ese
festival de batazos que en el clásico no apareció.
Obviamente, la influencia del
líder, en cualquier ámbito, es definitoria.
Es quien lleva la batuta, quien decide, quien motiva al grupo. También
es quien rinde cuentas cuando los resultados no son los esperados. Eso último
puede parecer una gran injusticia, especialmente en el deporte donte tantos
elementos entran en juego, pero hasta en las más grandes corporaciones, altos directivos
han tenido que poner sus cargos a la orden por no lograr las metas
establecidas.
“El triunfo no es eterno, y el fracaso no es fatal” era la frase
favorita de Don Shula, conocido entrenador de los Miami Dolphins. La cita Blanchard
en su libro “El corazón de un líder”, y explica que en el caso de Shula y los
Dolphins, Don tenía como regla junto a su equipo sostener un máximo de 24 horas
de celebración luego de un triunfo o para asimilar una dolorosa derrota. Una
vez culminadas las 24 horas, pasaban la página y las energías se concentraban
en el próximo juego. Con ello mantenía al equipo dentro de lo que denominaban “perspectiva
realista”. Y para quien no conozca la
trayectoria de Shula, les invito a investigar sobre sus éxitos como coach.
En el caso de la selección,
correspondió pasar la página aceleradamente luego de la derrota ante República
Dominicana. Sin embargo no se logró. Algo que es difícil de explicar para el
país que depositó su esperanza en la selección y que ahora ahoga sus penas por la
eliminación obtenida. Los jugadores
asumen su cuota de responsabilidad, y el manager -con estoicismo- dio la cara y
asumió la suya en la rueda de prensa posterior a la derrota, la cual
es más amarga porque el mismo Sojo había declarado que “no ir a la final sería
un fracaso” (reseñado en el Diario Líder), así que se daba por descontado el
pase a la ronda de Miami.
Reflexiones, muchísimas.
Aprendizaje, infinito. Y las lecturas sobran. Aunque la gloria no sea eterna y el fracaso no
sea terminal, a Luis Sojo como cabeza de este proyecto le toca rendir cuentas,
en lo que parece ser el ocaso de un ciclo al mando de la selección nacional.